Introducción
La
disposición de residuos tanto solidos como agrícolas es una de las
problemáticas actuales mundiales; debido a que se generan grandes cantidades
diarias y su manejo final no es el más adecuado; una solución a esta
problemática seria incorporar estos residuos, especialmente los agrícolas a las
cadenas productivas, por medio de la elaboración de abonos orgánicos, lo cual
se plantea como una alternativa de fertilización orgánica y de aprovechamiento
de subproductos (Bellapart, 1996).
Los
abonos orgánicos presentan alta viabilidad de microorganismos, necesarios para
la vida e interacciones en el suelo y por ende para las plantas, son
metabólicamente activos y facilitan los ciclos biológicos de algunos elementos
del suelo (Craft, et al., 1996).
Los
abonos de origen orgánico mejoran las condiciones químicas del suelo:
biodisponiblidad de nutrientes pero también mejoran la condición física o estructura
aportando material orgánico, microorganismos eficientes y eventualmente
hormonas que generan un efecto favorable sobre el suelo.
Los
microorganismos eficientes son una
combinación de microorganismos beneficiosos de origen natural, sin manipulación
genética, presentes en ecosistemas naturales y fisiológicamente compatibles
unos con otros, los cuales van a degradar los azucares que tienen los residuos
de las producciones agroindustriales como fuente de su alimentación y nos
permiten solubilizar ciertos minerales tales como el calcio y los fosfatos,
facilitando la descomposición de los desechos orgánicos; estos corrigen la
salinidad del suelo, al hacer intercambio de iones de cloro y sodio y aguas
duras, facilitando el drenaje y lavado de estas sales tóxicas para los
cultivos. (Bellapart, 1996).
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